TODOS VIVIMOS EN UN TRÍO

Por R. C. Saccsara

 

Desde el momento en que nacemos tenemos dos fieles compañeras: la Vida y la Muerte. Al principio, una de ellas nos atrae más y la otra nos mira de lejos.

Nos enamoramos tanto de la Vida que a pesar de los problemas nos aferramos hacia ella, mientras la Muerte nos sigue mirando de lejos o a veces de cerca pero aún sin hablarnos.

Cada noche cuando vamos a nuestra cama, nos acostamos con las dos y, en este caso, una de ellas se nos apega más, nos abraza, nos acaricia con mayor intensidad -La Muerte. Con justa razón alguien dijo: “todas las noches practicamos morir”, porque la muerte es simplemente un sueño profundo y eterno. Pero, por gracia de la naturaleza, a la mañana siguiente nos levantamos felices y salimos de la mano con la Vida. Al mundo entero le gritamos lo bien que nos llevamos con la Vida o al menos actuamos para que la gente piense que somos felices.

De día estamos más cercanos con la Vida y de noche con la Muerte. Es nuestro trio amoroso de todos los días, todos vivimos en un trio.

Lo importante es ¿Qué hacemos con cada una de ellas? ¿Con cuál de ellas nos llevamos mejor?. Como en toda relación, siempre hay dificultades leves o graves; cada persona decide a cuál de ellas aferrarse más, independientemente de lo que diga la gente o la sociedad.

José María Arguedas (escritor peruano) dentro de su convivencia del “trio amoroso”, decidió aferrarse a la Muerte, entregarse en cuerpo y alma hacia ella, porque a lo mejor se comprendía y se sentía muy bien con ella, independientemente si la decisión fue un acto de cobardía o valentía.

Jorge Luis Borges alguna vez dijo, hablando de la muerte: “es una gran esperanza. La esperanza de dejar de ser”.

Y con respecto a la vida el mismo Jorge Luis Borges dijo: “La vida... yo creo que por desdichado que uno sea -y todos lo somos a veces- uno debe agradecer el hecho de vivir”. Para Pedro Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Un frenesí…” sea cuál sea la valoración que le demos a la Vida, es también nuestra compañera conjuntamente con la Muerte.

Cuando hemos nacido, nacimos aferrados a la vida y gracias a la vida. La Muerte nos mira de lejos, callada y pacientemente; porque precisamente sabe que con la Vida tenemos una sola oportunidad y, digamos, hasta sabe el promedio de años de nuestra relación, por eso nos espera pacientemente aúnque en ocasiones pretenda apresurarse.

 

Conscientes de esta situación, algunas personas, daremos la atención y cuidado que se merece a la Vida. Quizá alguien se acuerde lo bien, lo alegre que pasamos y las locuras que hicimos con nuestro amor incondicional: La Vida.